Vida Militar

El 12 de marzo de 1896, a los dieciocho años, Carlos Ibáñez del Campo se integró al segundo curso de la Escuela Militar, correspondiente al 5.º año de humanidades. El apoderado del joven Ibáñez ante la Escuela Militar fue don Pedro Pablo Dartnell, amigo y vecino de sus padres en Linares, quien se había radicado en Santiago. En sus salidas de franco los domingos, el cadete Ibáñez solía acudir al hogar de don Pedro Pablo, donde nació una estrecha amistad con sus hijos: Juan Guillermo, abogado, y Pedro Pablo, un joven oficial del Ejército del arma de ingenieros que llegaría a ser General de la República y Presidente de la Junta de Gobierno del 23 de enero de 1925.

El temperamento y carácter de Ibáñez lo distinguieron desde el comienzo de sus compañeros en la Escuela Militar. Alto, de fuerte contextura física y bien parecido, llevaba el uniforme con cierta elegancia y distinción. Su madurez, impropia para su edad, le fue labrando ascendiente y ganándole el respeto de sus compañeros. Así iniciaba Carlos Ibáñez del Campo una brillante carrera militar, de la cual se hablará más adelante en el capítulo sobre su vida militar.

Siguiendo con su vida personal, en una conversación con Luis Correa Prieto, este le preguntó sobre su estadía en la República de El Salvador. La respuesta de Ibáñez fue: “Lo más importante fue mi matrimonio. ¿O no le parece a Ud.?”

El viaje a El Salvador se originó en 1902, cuando ese país solicitó contratar como instructores militares a una comisión de oficiales del Ejército de Chile, que se había convertido en modelo para los ejércitos del resto de los países latinoamericanos. Al Teniente Ibáñez se le asignó la función de instructor en regimientos de caballería, desempeñándose en el de San Miguel, una ciudad del interior.

Los conflictos bélicos entre los países centroamericanos por cuestiones hegemónicas eran frecuentes, y El Salvador no fue ajeno a ellos, habiéndose enfrentado previamente contra Guatemala. En 1906 se tensionaron nuevamente las relaciones entre ambos países. El Teniente Carlos Ibáñez, sirviendo bajo las órdenes del General Cristales, participó en la Batalla de El Platanar al mando de un regimiento que decidió la acción a favor de El Salvador.

Su victoriosa entrada a la ciudad fue contemplada desde el balcón de una lujosa residencia, donde se encontraba en compañía de algunos familiares doña Rosa Quiroz Ávila, quien le había sido presentada recientemente. Doña Rosa era huérfana de padres y vivía con su abuela en San Miguel. Iniciaron una relación afectiva que culminó en matrimonio en 1907, con el apoyo de algunos parientes de la novia y el rechazo de otros debido a su condición de extranjero.

Al año siguiente de su matrimonio, Ibáñez recibió su ascenso al grado de Capitán y fue autorizado para continuar su comisión al servicio del Gobierno de El Salvador. La comisión duró seis años y terminó en 1909. Volvió a Chile con su esposa y su hija Rosita, nacida en El Salvador. En Chile nació Carlos, su segundo hijo.

En 1918, con el grado de Mayor, asumió la Comandancia de la Escuela de Carabineros y se trasladó a vivir en el plantel con su familia, ya que doña Rosa Quiroz se encontraba enferma de tuberculosis. Esta enfermedad terminó con su vida el 15 de octubre de 1918, a los veintinueve años.