Le Quotidien (Año 3, No.811)

Abstract

Titular: Quatre - vingts femmes sont candidates a Paris / Descripción: Las mujeres tampoco serán votantes esta vez. Se vengan presentando una candidatura… totalmente platónica, por cierto, y con el único fin de demostrar que "podrían" si nuestros parlamentarios "quisieran". Desde hace muchos años ha habido candidatas femeninas en las elecciones. Pero muy pocos fueron reconocidos por las autoridades. En esta ocasión se ordenó a los ayuntamientos registrar a los candidatos, autorizar la colocación de sus carteles y poner a su disposición patios de recreo de las escuelas. Las asociaciones feministas se reunieron inmediatamente. En dos días, imprimieron carteles, organizaron reuniones y, sobre todo, nominaron a 80 candidatas, una por cada distrito de París. Entre ellas, citamos los nombres de la señora Marguerites Durand, antigua directora de «La Fonde»; Juliette Francois-Raspail, presidenta de la «Unión Fraternal de Mujeres»; María Verone, directora de “Derechos de la Mujer”; Suzanne Grinberg, Alice La Maziere, Germaine Sellier y Jean Sers.

Titular: Une jeune femme qui avait tue son mari est acquittee / Descripción: Fernanda Barfus, ama de casa de la localidad de Milly, compareció ayer ante el Tribunal de lo Penal de Seine-et-Oise. El 25 de enero mató a su marido con tres disparos de resvolver seguidos de dos disparos de fusil. ¿La causa del drama? Chismes de pueblo, chismes estúpidos de los que sus autores se arrepienten hoy, ¡demasiado tarde, por desgracia!. La señora Barfus trabajaba como cajera para un amigo de la familia, el señor Klein, propietario del Café du Commerce en Milly. En cualquier momento, su esposo, por las razones más triviales, la golpeaba brutalmente, incluso amenazaba con matarla. En la audiencia, la acusada contó su calvario: el día antes de la tragedia, una mujer con la que había tenido un encontronazo le dijo a Barfus que su esposa había ido a París con el señor Klein. Esta revelación exasperó los celos del marido. Blandiendo un cuchillo, fingió golpear a su esposa y luego a su pequeño hijo, que entonces tenía 9 años y medio. "Tenía un revólver en la mano", explicó entonces la acusada. Me había equipado con el revolver, no para usarlo, sino para evitar que mi marido lo usara. Presa del pánico, disparé tres veces. Lamento profundamente mis actos, pero durante diez años he sufrido demasiado.